jueves, 1 de noviembre de 2012

¿Qué aportó a la preselección cubana de béisbol su gira por México?




Por Juan E. Batista Cruz

La respuesta a la interrogante del título es, ¡nada! Sinceramente, me parece que topar con equipos absolutamente inferiores, puede provocar un relajamiento en los preseleccionados que, pudieran ser sorprendidos en unos días cuando enfrenten a novenas de gran calidad como China Taipei y Japón en un periplo que sí debe ser provechoso de cara al III Clásico Mundial.

Estoy seguro de que hubiera sido más útil continuar con los encuentros de Rojos y Azules, a puertas abiertas o cerradas, con transmisión televisiva y radial, o no, pero sometidos a una calidad de béisbol muy por encima de la que encontraron en Ciudad del Carmen, Campeche o Yucatán, donde les opusieron  peloteros absolutamente inexpertos, novatos que apenas comienzan sus primeros pasos en los circuitos rentados de ese hermano país.

Es algo parecido a lo que ocurrió en los días previos al comienzo del II Clásico en el 2009, cuando el equipo cubano decidió “foguearse” frente a los Pericos de Puebla,  de la Liga Mexicana, mientras que otros conjuntos, dígase África del Sur, Italia y Holanda, por citar solo tres, enfrentaban a novenas de Grandes Ligas que estaban en sus campos de preparación con vistas al comienzo de la temporada en abril.

En aquella oportunidad, como en esta, los equipos mexicanos utilizaron a sus novatos para probarlos frente a la reconocida calidad de los nuestros. Entonces, ¿Quiénes les sacaron provecho a estos enfrentamientos? Evidentemente los aztecas utilizaron estos topes para tener una evaluación justa de la forma de sus atletas menos experimentados.

Ni antes ni ahora, el enfrentamiento con peloteros inexpertos puede ayudar a la preparación de los jugadores cubanos de cara a un evento de tanta calidad como es el Clásico Mundial en su tercera edición. Por eso no creo que sirva para medir la forma de los atletas experimentados o aquellos más jóvenes que están en la pelea por ganarse un puesto en el equipo nacional.

Es todavía menos lógico que se haya viajado a México a pocos días de enfrentar una exigente gira por Asia, en la cual sí se puede hablar de fogueo para nuestros principales peloteros, la mayoría de quienes estarán, seguramente, en el ultradifícil III Clásico. El equipo va a encontrar un  súbito aumento de la exigencia en busca de los objetivos trazados.

Me parece que, efectivamente, el béisbol cubano necesita fogueo, precisa de medir fuerzas, pero tiene que ser frente a rivales que estén, al menos, a nuestro nivel de calidad, aunque lo ideal es hacerlo con los que teóricamente, estén por encima, de manera que se ponga a prueba la capacidad integral de la pelota en la Isla.

Si usted quiere aprender, si se dispone a conseguir la elevación de su calidad, no puede bajar a planos inferiores, porque entonces lo que hace es servir de maestro a los que están comenzando. En otros términos, si nos estamos preparando para ir a la universidad no es posible encontrar ayuda en la enseñanza secundaria, hay que tratar de encontrarla entre los doctores. A buen entendedor, con estas palabras, basta.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Más de un siglo de béisbol en Las Tunas, Cuba

Por Juan E. Batista Cruz

Fotos: Ernesto Peña Leyva, del autor y tomadas de internet

La pelota se convierte en deporte preferido de los tuneros y los campos para practicarla aparecieron en diferentes zonas de la ciudad. Ya en 1910 había varios equipos y el más famoso era el conocido como Los Negros Viejos, porque fue de los primeros y los continuadores, por ser más jóvenes, lo bautizaron con ese apelativo.

 Orlando Peña Guevara, pítcher de MBL

Entre las figuras más prominentes de aquel legendario equipo, se recuerda a Beto Ramírez, Virgilio Agüero, Emilio Iglesias, los hermanos Machado, Manuel “Perete” Martínez, Silvino Carballo y Paco Reyes.En todo el territorio de lo que es hoy la provincia de Las Tunas, el auge del béisbol fue muy notable y por eso surgieron figuras que son paradigmas para las más jóvenes generaciones de peloteros, como Eleodoro “Yoyo” Díaz, de la ciudad de Puerto Padre, un extraordinario lanzador negro que, por su color, no pudo acceder a las llamadas Grandes Ligas de Estados Unidos.

Desde aquellos años, el béisbol en Las Tunas ha sido principal actividad deportiva. Siempre se contó con equipos de mucha calidad, entre ellos el que se considera su mejor exponente durante el período de la república mediatizada y cuya sede fue el estadio Vidal, en el reparto Santo Domingo, desde finales de la década del 30 hasta mediados de la del 40, del siglo 20.En aquel conjunto hicieron época peloteros que después brillaron en el béisbol profesional cubano, como Cléveland “Chiflán” Clark, Manuel “Chino” Hidalgo, Manuel “Manolón” Ramírez y otros que nunca abandonaron el amateurismo: “Kike” Torres, Aquiles González, Augusto Licea, Armando Oms, Froilán “Lungo” Suárez y Juan Batista, con calidad suficiente para dar el salto a los circuitos rentados.

 Guillermo “Willy”Miranda, torpedero MBL

Durante los años 50 del siglo pasado la fuerza del béisbol de Las Tunas siempre fue reconocida y de sus filas surgieron jugadores que alcanzaron resultados destacados en circuitos menores de Estados Unidos y cuatro vistieron uniformes de equipos de Grandes Ligas.Guillermo “Willy” Miranda, nació en Velazco, Holguín,  el 24 de mayo de 1926 y a los cuatro años la familia pasó a residir en las cercanías del Central Delicias (hoy Antonio Guiteras), de Puerto Padre. Allí su padre le regaló un guante y lo adiestró en el fildeo de roletazos, por lo que cuando, niño aún, pasó a residir en la capital, ya era un experto. 

Se dio a conocer como pelotero en 1940, cuando con 14 años de edad, integró de torpedero, el equipo juvenil del Parque Martí en La Habana, hasta que llegó al profesionalismo. Miranda, para muchos el mejor para cortos en la historia del béisbol cubano, jugó para los Yanquis de Nueva York y otros equipos de la Gran Carpa, pese a que su average ofensivo era muy pobre. Su excelencia defensiva le permitió alcanzar ese privilegio.Los otros tres jugadores de Las Tunas presentes en el Big Show fueron los lanzadores Orlando Peña, quien militó en varios equipos,  especialmente en  los Rojos de Cincinatti en los años 60 del pasado siglo y Aristónico “Pirilo” Correoso, del Boston Red Sox, además  del receptor Orlando de Jesús McFarlane, que militó en la nómina de los Tigres de Detroit.

 Ermidelio Urrutia Quiroga, titular mundial y olímpico

Tras el triunfo revolucionario de 1959 y con el deporte como derecho del pueblo, creció la actividad de la cultura física en Las Tunas, especialmente el béisbol, con figuras descollantes en las primeras series nacionales y a partir de la temporada 1977-78, cuando comenzó a participar como equipo.Muchos peloteros de esta oriental provincia brillaron en los diamantes del país y en la palestra internacional, en los torneos aficionados del mundo, también marcaron su impronta, herederos de aquellos primeros practicantes del deporte de las bolas y los strikes hace más de 100 años.

Los peloteros de esta provincia que han integrado equipos Cuba a las grandes competiciones amateurs, incluidos Campeonatos Mundiales, Juegos Olímpicos, Panamericanos, Centroamericanos y del Caribe y Universiadas, son los lanzadores Gregorio Pérez, Félix Núñez, Juan Carlos Pérez y José Miguel Báez; el inicialista Joan Carlos Pedroso; el torpedero Dánel Castro; los jardineros Santiago Scott, Abeisy Pantoja, Ermidelio Urrutia Quiroga y Osmani Urrutia Ramírez; este último recordista de bateo en el béisbol universal, incluido el profesional.Con esa tradición y fuerza, con más de un siglo de historia, el béisbol de Las Tunas enfrentó la 46 Serie Nacional; en la cual  hizo realidad la aspiración suprema de regalarle a su afición, la mejor del país, un boleto para  la postemporada.

 Osmani Urrutia Ramírez, recordista universal de bateo

Una actuación de mucho mérito realizó el equipo en la etapa de cuartos de final, en la que cayó cerradamente en tres de los cinco juegos de la serie frente al reconocido plantel de Villa Clara, con lo que ratifica su potencialidad para luchar en igualdad de condiciones frente a los mejores.  La novena de Las Tunas clasificó a la postemporada en la Serie 47 y estuvo a punto de hacerlo en la 49. 

En la edición 50 no pudo acceder tampoco a los play off, pero en la 51 volvió estar entre los cuatro grandes, hasta perder el derecho a la fase semifinal en siete partidos frente a los tigres de Ciego de Ávila, a la postre campeones nacionales.

Félix Núñez González, campeón mundial y panamericano

miércoles, 25 de julio de 2012

Pese a victoria en Holanda, el béisbol cubano precisa de un profundo análisis


Por Juan E. Batista Cruz

No me cabe la menor duda de que fue muy estimulante el triunfo cubano en la Semana Beisbolera de Haarlem, en Holanda, sin embargo, creo que la euforia no debe conducir al olvido de tantos problemas que se pusieron de manifiesto en el equipo que dirigió Víctor Mesa y que constituye el reflejo de una década perdedora en los eventos internacionales que llevó al tricolor hasta una nada agradable medalla de bronce en los últimos Juegos Panamericanos en Guadalajara, México.

No niego el mérito indiscutible de un equipo que supo sobreponerse a dos derrotas iniciales y a una llorada victoria ante China Taipei, ocupante del último puesto, pero no me puedo conformar con la misma sequía ofensiva que ha caracterizado a nuestras representaciones durante el siglo 21, con la única excepción de la campeona de los Juegos Olímpicos de Atenas-2004.

En algún momento se llegó a ponderar un supuesto resurgir del bateo cubano, cuando se noqueó a Japón con 12 carreras y 15 indiscutibles, sin que los archioptimistas se dieran cuenta que los nipones se aparecieron a Haarlem con una novena que nada tiene que ver, en ningún aspecto, con la pelota en la Tierra del Sol Naciente. En el resto de los partidos se combatió hasta salir airosos, pero sin  que los grandes bateadores de nuestras series nacionales pudieran refrendar en la práctica su potencialidad teórica.

El aplauso para Víctor Mesa, quien supo manejar sus peones de forma magistral, especialmente en el pitcheo, departamento en el cual debe destacarse la confianza depositada en los jóvenes Pablo Millán Fernández y el zurdo novato tunero Darién Núñez, quienes mostraron madera de campeones. En esta decisiva área solo debo expresar mi inconformidad con el mal hábito de ignorar la especialización y continuar la utilización de los abridores como relevistas.

En Holanda se mantuvo la ausencia ofensiva en los principales hombres de la alineación, la cual estuvo presente en los topes ante Nicaragua y el conjunto universitario de Estados Unidos. Tal y como ocurrió en la Copa Mundial de Panamá y los Panamericanos de Guadalajara en el pasado año, los grandes artilleros no fueron capaces de apoyar loables actuaciones de sus compañeros encaramados en la lomita del box.

¿Por qué se mantiene la sequía ofensiva cubana? En mi opinión la más evidente de las causas, aunque hay otras, es que nuestro béisbol no puede quedarse en la Serie Nacional, es preciso elevar el techo, rescatar un torneo élite que, como la Selectiva, concentre la calidad y permita a los bateadores de aquí no ser sorprendidos por un pitcheo con mucho más oficio que el de la mayoría de los serpentineros en nuestro actual campeonato.

Soy de los que siempre defiende y defenderá la Serie Nacional, esa en la que todos los territorios estén representados y que, estoy seguro, es una envidiable cantera para promover talentos; pero si hay problemas de extensión de la campaña o de índole económico, se puede reducir la cantidad de juegos y después, con los mejores por su rendimiento y en algunos casos por su  trayectoria, formar cuatro o seis novenas en las cuales se concentre la calidad y desarrollar un evento en el que se pueda conocer, realmente, la capacidad de los bateadores, porque en este momento, la desaforada ofensiva de nuestro clásico doméstico es un espejismo. 

Después de 14 años de espera se ganó la Semana Beisbolera de Haarlem, en Holanda, pero con un comportamiento como el visto será muy difícil obtener un buen resultado en el III Clásico Mundial cuando restan unos pocos meses. Pienso que lo más racional ahora es que la Comisión Técnica analice, concienzudamente, la realidad actual de cada integrante de la preselección y trabajar fuertemente en las dificultades que, aunque parezca exagerado, nos están lastrando desde hace más de una década.

Estoy convencido de que existe el material humano para realizar una actuación tan exitosa como la del Primer Clásico, pero hay que perfeccionar su quehacer, eliminar las debilidades que están a la vista de todos y, especialmente, buscar fogueo contra selecciones de la más alta calidad, probar fuerzas con aquellas en las reconocemos cierta paridad y frente a las que teóricamente nos superan. Esa es, pienso yo, la única manera de retomar la hegemonía en los eventos convocados por la Federación Internacional de Béisbol (IBAAF)

martes, 10 de abril de 2012

Mantiene Cuba su condición de cantera número uno del béisbol en la América Nuestra


Por Juan E. Batista Cruz

Fotos: Tomadas de Internet
El 14 de enero de este 2012 se cumplió el aniversario 51 de la I Serie Nacional de Béisbol, inaugurada en esa fecha de 1962 por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el Gran Stádium de El Cerro (hoy Latinoamericano), donde se habían celebrado, hasta febrero de 1961, los Campeonatos de la Liga Invernal Profesional, animada por los equipos Habana, Almendares, Cienfuegos y Marianao.
En aquella ocasión, el máximo dirigente de la Revolución Cubana, quien bateó la primera bola, profirió una frase de extraordinaria significación histórica: “Este es el triunfo de la pelota libre sobre la pelota esclava”, en referencia directa a la eliminación del profesionalismo en el deporte cubano y, específicamente en el caso del béisbol, disciplina número uno en la preferencia de los habitantes de la Isla.
Los escépticos auguraron el fracaso de aquella competencia que nacía bajo el signo del deporte puro, libre de mercantilismo. Los nuevos actores del gran espectáculo debían convencer a un público exigente y conocedor, de que el país podía prescindir de las  rutilantes estrellas que, en un alto porcentaje,  brillaban en las Grandes Ligas de Estados Unidos.
Pero, como la calidad no es patrimonio del profesionalismo, poco a poco y con la entrega absoluta de los nuevos protagonistas, el espectáculo mantuvo su alta calidad, primero con Occidentales, Orientales, Azucareros, Habana e Industriales y posteriormente por la acción de las novenas de cada una de las nacientes provincias. El triunfo fue absoluto y las series nacionales redujeron a recuerdos de otros tiempos, a leones, alacranes, tigres y elefantes.
El público cubano, que sabe valorar la calidad de un torneo de béisbol y a sus principales figuras, comenzó a reconocer a hombres de la talla de Manuel Alarcón, Miguel Cuevas, Alfredo Street, Pedro Chávez, Agustín Marquetti, Santiago “Changa” Mederos. Roberto Valdés, Walfrido Ruiz, Armando Capiró, Braudilio Vinent, José Antonio Huelga, Fermín Laffita, Wilfredo Sánchez, Rigoberto Rosique, Félix Isasi, Rodolfo Puente, Agustín Arias y otras luminarias de los primeros 10 años de la Gran Fiesta que es la Serie Nacional.
Y como Cuba es una cantera inagotable de grandes peloteros, a los fundadores siguieron otras generaciones estelares de las cuales basta señalar unos pocos nombres para justificar el quehacer casi invencible del béisbol cubano en los torneos aficionados como Campeonatos del Mundo, Juegos Panamericanos y Centroamericanos, Copas Intercontinentales y de la Olimpíada, desde el debut de este deporte en la cita de Barcelona, España, en 1992.
Entre esos brillantes jugadores ofrecer unos pocos nombres  es suficiente: Antonio Muñoz, Lourdes Gourriel, Víctor Mesa, Luis Giraldo Casanova, Jesús Guerra, Julio Romero, José Luis Alemán, Omar Linares, Antonio Pacheco, Orestes Kindelán, Germán Mesa, Juan Padilla, Javier Méndez, Pedro Medina, Alberto Martínez, Juan Castro, Rogelio García Alonso, Jorge Luis Valdés, Félix Núñez. Luis Ulacia, Alfonso Urquiola, Pedro José Rodríguez, Lázaro Valle, Fernando Hernández, Ermidelio y Osmani Urrutia. Sin embargo, otros muchos   prestigiaron y prestigian el béisbol mundial como integrantes de los equipos Cuba.
¿Quién puede negar que más del 50 por ciento de esos atletas, podrían  desempeñarse en las Grandes Ligas de Estados Unidos? Creo, sinceramente, que nadie es capaz de ello. Sucede que en Cuba reina la pelota libre, la que triunfó hace más medio siglo, para bien del deporte limpio, sin mercantilismo y transacciones escandalosas, en las cuales los hombres se convierten en artículos de intercambio, en cosas, a merced de quienes se enriquecen con el jugoso negocio que es el béisbol.
Los peloteros cubanos juegan por el salario que devengan en su centro de trabajo y su objetivo supremo es regalar un espectáculo digno del esfuerzo que realiza su pueblo para llevar adelante una sociedad más justa y equitativa frente a la creciente agresividad de sus enemigos, encabezados por el vecino del norte, denunciado desde finales del siglo pasado por nuestro José Martí, quien afirmó categóricamente: “Viví en el monstruo y le conozco las entrañas”.
Hoy se alzan voces que proclaman a República Dominicana principal cantera del béisbol profesional  en América Latina, como también destacan el aporte considerable de Puerto Rico, Venezuela, Panamá y México, fundamentalmente. Y no les falta razón. En la actual pelota rentada, sí; pero eso no significa que sea la nación que represente la máxima calidad del deporte de las bolas y los strike en esta parte del mundo.
Cuba, sin embargo, sigue siendo el país que más peloteros de calidad tiene en el territorio de la América Nuestra.Recuérdese que su ausencia de la llamada Gran Carpa, está dada porque ellos no están en el mercado del béisbol; la inmensa mayoría no se vende y un buen porcentaje de aquellos que cedieron al influjo de los millones que ofrecen los jerarcas de ese negocio, han triunfado después de formarse aquí, precisamente por la excelencia de su desempeño.
Si se necesitan argumentos, puedo agregar que lanzadores como René Arocha, Orlando y Livan Hernández, Rolando Arrojo, Osvaldo Fernández y Ariel Prieto, nunca fueron primeras figuras en el staff de los equipos Cuba. Como tampoco ocuparon lugares de privilegio en nuestras nóminas, atletas como Bárbaro Garbey o Reynaldo Ordóñez, quien no podía jugar regular en Industriales, el conjunto principal de la Ciudad de La Habana y que antes de irse a Estados Unidos, jamás integró la nómina de la principal selección de este país.
Jamás me atrevería a desconocer la tremenda calidad del béisbol dominicano, venezolano, boricua o mexicano. Quisqueya siempre fue cuna de peloteros sobresalientes, sus equipos resultaron rivales de mucha consideración para los de Cuba en la Serie del Caribe profesional y en los torneos de los Juegos Panamericanos y Centroamericanos, además de sus incursiones en aquellas Series  Mundiales, organizadas por la entonces Federación Internacional de Béisbol Amateur (FIBA).
Ahora bien, existen argumentos para asegurar que la mayor calidad del béisbol en Iberoamérica estuvo y está en Cuba. No es el aporte de figuras a las Grandes Ligas de Estados Unidos, lo que define esa realidad, porque los jugadores de aquí aptos para desempeñarse al más alto nivel, en su mayoría, no aceptan ser mercancía.
La historia, además, es concluyente. El primer pelotero latino  que militó en Grandes Ligas fue el cubano Esteban Belián y lo hizo en 1871, tres años antes de que se efectuara el primer juego oficial en su Patria. A partir de ese momento siempre hubo jugadores de esta isla caribeña en los clásicos del Big Show, algunos de ellos muy recordados, como Miguel Ángel González, Adolfo Luque, Merito Acosta, Roberto “Tarzán” Estalella, Camilo Pascual, Orestes Miñoso, Conrado Marrero, Roberto Ortiz, Tony Taylor y Willy Miranda, entre otros.
Hay otras reconocidas  estrellas cubanas de la primera mitad del siglo XX que como Martín Dihigo (El Inmortal), José de la Caridad Méndez y el puertopadrense Eleodoro (Yoyo) Díaz, por solo citar tres casos, no pudieron jugar en Grandes Ligas, víctimas de la injustificada discriminación racial que impedía a los negros militar en equipos de ese circuito, hasta que Jackie Robinson rompió esa absurda barrera, cuando fue firmado por los Dódgers de Brooklyn.
Según la Home Page de Juan F. Pérez, consultada en internet, si se toma como patrón el año 1950, hasta ese momento solo habían militado en Grandes Ligas 61 latinos y 51 eran cubanos.
Después de Esteban Belián (1871) llegó al circuito el segundo cubano, Sandy Navas (1882) y el tercer latino en pisar diamantes de la Gran Carpa fue un colombiano, Luis Castro (1903).
A partir de 1911 hubo una verdadera avalancha de jugadores de nuestro país y no fue hasta 1933 que llegó el mexicano Mel Almada y después, los también aztecas José Luis “Chile” Gómez (1935), Jesse “El Güero” Flores (1942) y Beto Ávila (1949); los venezolanos Alejandro “Patón” Carrasquel (1939), Jesús “Chucho” Ramos (1944) y Alfonso “Chico” Carrasquel (1950), y dos puertorriqueños, Hiram Bithorn, el primero de Borinquen (1942), y Luis Rodríguez Olmo (1943),
Y los dominicanos, ¿cuándo? En la primera mitad del siglo XX ningún pelotero de República Dominicana había podido pisar la grama de un estadio de Grandes Ligas. El primero fue Ozzie Virgil en 1956, cuando ya ¡71 cubanos! habían desfilado por la meca del béisbol rentado.
No me cabe la menor duda acerca de la calidad de la pelota en el resto de las naciones de Nuestra América que la practican, estoy convencido de la excelencia de las actuales plazas de lujo, principalmente, República Dominicana, donde el deporte de las bolas y los strikes es pasión, pero estoy seguro de que son muy pocos los capaces de desconocer, por cualquier motivo, que Cuba mantiene su condición de Reina del Béisbol en las tierras extendidas del Bravo a La Patagonia. Quisqueya es, hoy día, la plaza por excelencia del béisbol rentado, eso es cierto, pero hasta ahí.
Las decenas de estrellas que brillan en el firmamento de Cuba tienen clase más que suficiente para hacer lo mismo en las Grandes Ligas y hay otros cientos de jugadores aptos para sentar cátedra en cualquier otro circuito rentado del mundo. ¿Cuál es la diferencia? Que no se venden, regalan sus esfuerzos al pueblo que los sustenta, se ufanan por ganar medallas, por conquistar glorias para la Patria.
En esta época, cuando el profesionalismo copó todos los eventos internacionales de pelota, incluido el último que estuvo en el programa olímpico en los Juegos de Beijing-2008, se pone de manifiesto que a los cubanos no les resulta tan fácil ganar como ocurría en las décadas del 60 hasta el 90 del pasado siglo por la poca fuerza de los amateurs; sin embargo, las representaciones de nuestro país se han mantenido en la élite cuando no primeras, segundas y, ahora mismo, aparecen  en el número uno del ranking de la Asociación Internacional de Federaciones de Béisbol, la reconocida IBAF.
A quienes lean estas líneas solo les pido que asimilen mis razones y revisen los argumentos para que, después, como dice el brillante periodista cubano  Reynaldo Taladrid, saquen ustedes sus propias conclusiones.